Nadie se puede creer cómo vivía esta gente, no tienen absolutamente nada. Imagínate que para rescatar a una persona necesitas seguridad, vamos escoltados por los marines, por
impactado las espeluznantes escenas a las que se enfrentan a diario en Puerto Príncipe. «A pesar de todo, no lloran, no son quejicas como nosotros. Tienen un miembro fracturado y se lo ponen sin rechistar. Los niños no tienen nada, pero se ríen y juegan felices».
El equipo dirigido por Cagigas se levanta a las seis de la mañana para recibir instrucciones de
No pueden salir sin escolta y sólo se les permite rastrear hasta las cinco de la tarde, cuando en el país caribeño cae el sol. «A la noche nos prohíben trabajar». Con la oscuridad se multiplican los pillajes y las ruinas se vuelven peligrosas. «Dejas a un niño muerto y cuando vuelves te lo encuentras donde lo has dejado. Vas por la calle y ves a gente tirada, cadáveres y heridos, con fracturas...»
Comen cuando pueden. Cada minuto cuenta, el paso del tiempo reduce las posibilidades de hallar a alguien con vida entre los escombros. «Ayer encontramos a tres vivos», apunta Cagigas, que se refiere a todos los equipos sanitarios y de bomberos de
Los 17 ertzainas y el técnico de Atención de Emergencias del Gobierno vasco están acompañados por sanitarios de